¡FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO!
Como regalito navideño os dejo un relato titulado Un simple tornillo. Puede que os resulte
algo macabro, pero seguro que os sacará unas risas.
Un abrazo enorme.
UN SIMPLE TORNILLO
La
estrella del árbol estaba torcida desde el mismo día en el que Pepe, su marido,
la colocó, y la continua visión de aquella aberración la sacaba de sus
casillas. Se lo había hecho ver en más de una ocasión y él continuaba dándole
largas. ¿Por qué ese empeño en comprar un abeto tan alto? Casi tocaba el techo,
que era la causa de que la puntiaguda estrella no encajara bien.
Esa
tarde, tras una semana de berrinches, Lola decidió que ya no aguantaba más; era
Nochebuena y no estaba dispuesta a que sus invitados la criticasen. Menuda era
Paqui, su cuñada. Ya tendría munición para el resto del año.
Colocó
la escalera lo mejor que pudo y comenzó a ascender. Cuando iba por la mitad se
dio cuenta de que tendría que subirse al último peldaño para llegar al final.
Sintió un poco de temor porque le daban miedo las alturas, y maldijo a su
marido por enésima vez.
Procuró
no mirar hacia abajo e ignoró con valentía el amenazante vaivén de la escalera.
Cuando llegó a la meta, enormes gotas de sudor perlaban su frente, pero lo
había conseguido: la estrella estaba a su alcance y sólo le quedaba
enderezarla.
Fue
a cogerla cuando notó un brusco movimiento. Se había desprendido la barra que
sujetaba las dos partes y la escalera se desestabilizó. Se agarró a las débiles ramas con el corazón
encogido y una expresión de pánico en el rostro. No le sirvió de nada. El árbol
cedió y Lola se precipitó al suelo entre alaridos de terror.
La
caída desde más de dos metros no era mortal de necesidad si no hubiese aterrizado
sobre la gran mesa de cristal, sobre la que pensaba ofrecer a sus familiares un
exquisito surtido de platos preparados con esmero. La mala fortuna hizo que se
rompiera y uno de los fragmentos se le clavó en la garganta como una daga
empuñada por un diestro matarife.
Cuando
Pepe fue alertado del fatal accidente, se asombró de su buena suerte. Nunca
imaginó que iba a conseguir tanto aflojando un simple tornillo.
©
Amber Lake
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