CARTA DE AMOR DESDE LA ETERNIDAD



14 de febrero de…


Mi amada esposa:

Cuando leas la presente carta, ya no estaré en este mundo. Me encontraré esperándote en otro, incorpóreo e inmortal, donde los días no transcurren inexorablemente, restando aliento a nuestras vidas.

Mientras llega el momento de reunirte conmigo -que espero sea largo para que puedas disfrutar de muchos años de felicidad junto a nuestros hijos y nietos- he querido hacerte llegar estas letras póstumas así como el ramo de rosas que debe acompañarlas, en un intento de enmendar mi torpeza, que no mi desidia, por los años en los que omití hacerlo durante nuestra dichosa vida juntos, y continuar cumpliendo con la promesa que te hice al casarnos de amarte eternamente.

Sabes que siempre fui un hombre parco en palabras e incapaz de gestos románticos como regalarte un detalle por nuestro aniversario o por San Valentín. Tú siempre te quejabas de ello aunque lo disculpabas con una sonrisa.

Sé que te habría gustado que te escribiera lindos poemas, como los que solías leer, o que te dedicara alguna canción en la radio, aquellas que nos gustaba bailar; esas sencillas acciones que te habrían agradado y que yo, por mi ignorancia, consideraba innecesarias, sin valorar lo mucho que podrían representar para ti.

También soy consciente de que no te dije suficientes veces cuánto te amaba, cuánto te debía, aunque procurase demostrártelo con dedicación y cuidados, que no siempre llegaste a entender.

Debí hacerte saber más a menudo que tú convertiste mi triste y anodina vida en una placentera travesía, llenándola de momentos sublimes o simplemente agradables, pero todos maravillosos.

Me reprocho no haberte agradecido lo suficiente tu amor desinteresado y tus cuidados constantes, tu alegría contagiosa y tu conmovedora ternura, la familia que creaste para mí con cariño y dedicación, tu paciencia con mis numerosos defectos y la generosidad que mostrabas al perdonar mis muchos errores.

Por todo lo que no te dije en estos largos años juntos, por los poemas que no escribí y los regalos que no llegaron en ese 14 de febrero, te envío este ramo de rosas, el primero de los que irán llegando todos los años que estés ahí para recibirlos, con la esperanza de que lo aceptes como una muestra de mi devoción, como una declaración de amor desde la eternidad.

Tuyo, siempre.



© Fuensanta Vidal. Todos los derechos reservados



Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook Siguenos en YouTube

SOY MIEMBRO DE