14 de febrero de… Mi amada esposa: Cuando leas la presente carta, ya no estaré en este mundo. Me encontraré esperándote en otro, incorpóreo e inmortal, donde los días no transcurren inexorablemente, restando aliento a nuestras vidas. Mientras llega el momento de reunirte conmigo -que espero sea largo para que puedas disfrutar de muchos años de felicidad junto a nuestros hijos y nietos- he querido hacerte llegar estas letras póstumas así como el ramo de rosas que debe acompañarlas, en un intento de enmendar mi torpeza, que no mi desidia, por los años en los que omití hacerlo durante nuestra dichosa vida juntos, y continuar cumpliendo con la promesa que te hice al casarnos de amarte eternamente. Sabes que siempre fui un hombre parco en palabras e incapaz de gestos románticos como regalarte un detalle por nuestro aniversario o por San Valentín. Tú siempre te quejabas de ello aunque lo disculpabas con una sonrisa. Sé que te habría gustado que te escribiera lind...